sábado, 5 de marzo de 2011

Bueno, como lo prometido es deuda, aquí os dejo las imágenes de la acción.








sábado, 19 de febrero de 2011

“El arte mejora la condición humana”

Saludos a todos los visitantes. Este blog ha sido creado con el propósito de informar más ampliamente sobre la acción llevada a cabo el 20/02/11 a las 12:00h a la salida del metro de Campo de las Naciones, con motivo de la feria ARCO. Si estáis aquí, es porque... ¡guardasteis el papel que os dimos! ¡¡¡Bien!!! Subiremos la documentación gráfica de la acción más adelante. Por ahora dejamos constancia tan sólo de la explicación teórica del proyecto así como de nuestras motivaciones. Esperamos que participéis con vuestros comentarios, gracias.

ANTECEDENTES

Comenzamos con la noción de ‘acción’:

“Una performance es una muestra escénica, muchas veces con un importante factor de improvisación, en que la provocación o el asombro, así como el sentido de la estética, juegan un rol principal.
El arte de la performance es aquél en el que el trabajo lo constituyen las acciones de un individuo o un grupo, en un lugar determinado y durante un tiempo concreto.
La Performance o acción artística puede ocurrir en cualquier lugar, iniciarse en cualquier momento y puede tener cualquier duración.
Una "acción artística" es cualquier situación que involucre cuatro elementos básicos: tiempo, espacio, el cuerpo del artista y una relación entre este y el público. La performance se opone a la pintura o la escultura, ya que no es el objeto sino el sujeto el elemento constitutivo de la obra artística.
El sniggling es una forma activista y engañosa de performance art en público, que típicamente se desarrolla de modo que los espectadores inicialmente no se dan cuenta de que se está ejecutando una performance”. Fuente http://es.wikipedia.org

Según Santiago Sierra, “La Performance sólo puede coleccionarse a través de registros fotográficos o videográficos.”

“La performance es ese movimiento artístico fronterizo que carga con todos los prejuicios que sobrevuelan al arte contemporáneo. Porque son raras, grimosas a veces, hartan y sorprenden por igual y generan una aceptación o rechazo inmediato que nos cuesta superar”. Andrés Rodríguez Morado.

Algunas páginas donde podéis encontrar ejemplos de este tipo de acciones:






DESCRIPCIÓN DE LA ACCIÓN

Nuestra acción consiste en repartir 100 octavillas con publicidad de Arco, a la salida del metro de Campo de las Naciones, durante uno de los días en que se desarrolla la feria. Las octavillas imitan la estética de MediaMarkt, sustituyendo “MediaMarkt” por “ArcoMarkt”, de manera que sea evidente la asociación con la marca. En ellas, en lugar de los electrodomésticos originales, aparecen algunas de las obras expuestas en Arco 2010 (como “stock” del año pasado), con sus precios reales, medidas, autor, galería y técnica.  Se han elegido obras cuya apariencia es la de objetos cotidianos como los que puede anunciar cualquier octavilla publicitaria. Aparte de esto, nada que nos distinga de cualquier persona que trabaja repartiendo propaganda, excepto porque una de nosotras lleva un disfraz de lata de sopa Campbell’s. Este disfraz cumple dos funciones: la primera, producir un mayor impacto visual en los viandantes, de modo que presten atención a nuestra octavilla  y no la desechen rápidamente, pensando que es simple publicidad (aunque ese también podría ser un efecto deseado según la definición de sniggling, pero nosotras hemos decidido no pasar desapercibidas) y la segunda, alude a la exhibición "The American Supermarket" (1) ("El supermercado americano"), una muestra celebrada en la Paul Bianchinni Gallery del Upper East Side de Manhattan en 1964, uno de los primeros actos públicos en los que se confrontó al público con el pop art y la cuestión planteada por las vanguardias clásicas acerca de qué podía ser arte.


(1)   La exposición estaba organizada como el típico pequeño supermercado estadounidense, aunque los "productos" exhibidos -conservas, carne, pósters, etc.- eran obra de seis prominentes artistas del pop, como Mary Inman, Robert Watts o el controvertido -y mentalmente afín a Warhol- Billy Apple. La contribución de Warhol era una pintura de una lata de sopa Campbell, valorada en 1.500 $, mientras que una auténtica lata autografiada costaba 6 $.
Según Warhol, en su libro "La filosofía de Andy Warhol" (1975), "Hacer dinero es arte, y el trabajo es arte, y un buen negocio es el mejor arte".



Podría decirse que, en conjunto, esta acción que llevamos a cabo es un tanto cómica, una parodia quizá. Es cierto. Bartolomé Ferrando, en el texto “Sobre la ética en el arte de acción”, habla del papel del humor en el hecho de la acción: “el ejercicio del humor va más allá de la afirmación y de la negación. Me pareció importante el humor porque éste te hace cómplice. Te embauca y te hace partícipe del acontecimiento. Te invita a formar parte de él. Te saca de tu escondrijo ideológico. Me pareció importante porque el humor contiene verdad. Dice probablemente más verdad que el hecho de querer decir verdad.”



MARCO TEÓRICO Y ARGUMENTAL

Esta acción nace como un proyecto de dos alumnas en el último curso de licenciatura en la Facultad de Bellas Artes de la UCM. Nuestra intención es la de llamar la atención sobre el estado actual del mercado del arte.

Frente a la falta de valor conceptual de algunas obras, o la indecisión de la crítica sobre lo que es arte o no, el arte se rige cada vez más por la ley del rápido beneficio, la ley de la demanda, lo que galerías y museos deciden exponer, reduciendo la diversidad artística, interesando tan sólo el arte que mueve grandes capitales, dejando fuera propuestas que quizá podrían ser interesantes, asociando una obra a un artista o a una galería igual que se asocia un producto a una marca, con una fuerte estrategia de marketing, de modo que la gente se vea atraída por el nombre, por “la marca” del objeto artístico dándolo directamente por válido, sin filtros de ningún tipo.

Para apoyar esta afirmación, exponemos a continuación las siguientes referencias:

“Una gran mayoría de la producción de arte contemporáneo está afectada por los dictados de los precios del arte, es decir, por la economía de mercado, que afecta a la cantidad y calidad de obra de la mayoría de artistas y a la valoración de los que las observamos” Andrés Rodríguez Morado.


“No era la primera vez que el artista (Valcárcel Medina) chocaba con una institución. Cuando una fundación, cuyo nombre no quiere revelar, le propuso exponer, él presentó un presupuesto que fue rechazado: seis euros. "Me dijeron que creaba un mal precedente no por ser caro, sino por ser barato". Valcárcel Medina no ha vendido jamás una obra. Durante años vivió de rehabilitar casas. Con todo, él no renuncia a que le paguen, "pero un precio digno, no precio de artista". Por eso cobró lo que hubiera cobrado un pintor de brocha gorda por pintar aquel muro del Macba: 900 euros. "Parece", apostilla, "que uno tiene un estatus y ya no puede ir de pintor de brocha gorda. Vale, pues voy con un pincel fino". Para él, "el arte está supersobrevalorado". Por eso le parece "un caso maravilloso" la desaparición de la escultura de Richard Serra, de 38 toneladas, perteneciente a la colección del Reina Sofía: "La obra de arte es robar esa escultura, no hacerla". Extracto de un reportaje publicado por Javier Rodríguez Marcos en El País en 2008 sobre Valcárcel Medina.


El 5 de febrero de 2008, según Eduardo Arroyo, ARCO "no es una feria de artistas sino una feria de marchantes y de comercio puro y duro". "No es la Bienal de Venecia, no sirve para promocionar artistas emergentes en el extranjero, sirve nada más que para comprar y vender, que es de lo que se trata (…) el problema está en la selección de los participantes, en cómo se hace y en cómo se nombra a los jurados (…) mientras esto no tenga una gran independencia y este certamen comercial no tenga unas reglas de juego suficientemente claras, explícitas y abiertas, las polémicas van a arreciar y las disidencias puede que empiecen fuertes".


En “A vueltas con el tiburón” de Eduardo Pérez Soler (a propósito de "El tiburón de 12 millones de dólares", de Don Thompson el 01/02/10) “La reciente publicación en castellano de "El tiburón de 12 millones de dólares", de Don Thompson, ha provocado (cierto) revuelo en el (minúsculo) sistema del arte español. El libro ha reavivado el debate sobre el maridaje entre arte y contemporáneo y mercado, y ha dado pie a que algunos comentaristas arremetan de nuevo contra determinados aspectos de la creación actual. Es el caso de Rafael Argullol quien, en un artículo publicado el pasado 18 de diciembre en El País, se lamentaba de la creciente trivialidad de la creación artística de nuestros días, causada por su sujeción a intereses comerciales. Haciéndose eco del libro de Thompson, el escritor barcelonés denuncia la irrupción de un nuevo tipo de arte, desarrollado al amparo de la especulación mercantil y las maniobras publicitarias, que, en las últimas décadas, ha ido ocupando un lugar preponderante en bienales, museos y colecciones públicas y privadas. Es un arte anodino y superficial, pero que, gracias a la habilidad de sus promotores, ha adquirido un carácter canónico, al grado de condenar a la irrelevancia toda propuesta que no encaje en su prototipo. Argullol no escatima palabras para denostarlo y llega a calificarlo de “acomodaticio y servil”. Con ello parece sumarse al cada vez más nutrido batallón de detractores de la creación contemporánea, que cuenta entre sus filas a personalidades tan variopintas como Jean Baudrillard, Robert Hughes, Paul Virilio y Eric Hobsbawn, entre otras. (…) Así, Thompson se dedica a repasar en su libro toda una serie de estrategias mercadotécnicas bien conocidas por cualquier persona vinculada al sistema del arte: la creación por parte de los artistas de una imagen de marca alrededor de su obra y su figura, la apelación reiterada al prestigio de las galerías y salas de subastas, la inflación desmesurada de los precios de los productos artísticos para crear una ilusión de valor, la utilización de los museos como elementos legitimadores y de distinción, la explotación interesada de los medios de comunicación para generar publicidad y la lucha por estimular la vanidad del coleccionista (privado o institucional), entre otras.


Según Paul Virilo “La comunicación ha sido secuestrada por los mass-media y el sistema publicitario. El movimiento de las prácticas publicitarias es interesante, porque ha ido llegando hasta lo sideral y lo subliminal, donde no hay nada que ver, sólo lo imperceptible, sensaciones inconscientes pero muy efectivas. (…) El mercado del arte es un mercado publicitario y no sólo en el sentido económico. Está claro que la función crítica -y la función de la crítica de arte- de hecho han desaparecido con la comercialización de los signos”.


En “La transparencia del mal & la estética”, Jean Baudrillard afirma que “En el propio mercado del arte (…) al haber terminado con cualquier ley mercantil del valor, (…) los precios se vuelven desorbitados, la inflación delirante. (…) cuando desaparece la regla del juego estético éste comienza a corretear en todas direcciones, también cuando se pierde toda referencia a la ley de cambio, el mercado bascula en una especulación desenfrenada. (…) La llamarada publicitaria del arte está en relación directa con la imposibilidad de cualquier evaluación estética. El valor brilla en la ausencia del juicio de valor. Es el éxtasis del valor. (…) Por tanto, actualmente existen dos mercados del arte. Uno de ellos sigue regulándose a partir de una jerarquía de valores, aunque éstos sean ya especulativos. El otro está hecho a imagen de los capitales flotantes e incontrolables del mercado financiero; es una especulación pura, una movilidad total que, diríase, no tiene otra justificación que la de desafiar precisamente la ley del valor.”


Javier González Panizo en “ARCO'10: el arte burgués como momento efectivo del silencio del artecomenta que “Esa es la paradoja fundamental al arte contemporáneo y que, año tras año, viene a hacerse patente y obvia en la feria que nos toca vivir: ARCO. Porque (…) estas ferias de arte vienen a sacar a la luz (…) una indiferencia atroz hacia aquello que es incomprensible y un desprecio mayúsculo hacia un arte que solo cabe cifrarlo en estrategias de mercadotecnia con el fin de hacer del artista una imagen de marca al tiempo que inflar de manera desorbitada los precios. (…) Así, una vez al año, en el micromundo que conforma las prácticas artísticas en España, el arte cede al impulso burgués de intentar domesticarlo. (…) De esta manera el arte, pese a no serlo, se comprende como mera literalidad, como búsqueda de autoridad y validez discursa y, sobre todo, como ansía de literalidad. Comprender el arte como un modo de literalidad encubierta es el error al que el propio arte se someta en estas narcosalas construidas para el simulacro más perseguido del arte (y de cualquier práctica abstracta): dar a entender que es plausible una conectividad real entre la realidad media de ahí fuera y el entramado reticular del arte. (…) Pero (…) lo esencial es que la dimensión social del arte queda indisolublemente planteada como la cuestión del contexto: “guarda relación con el sistema de galerías (dentro vs. fuera) y la mercantilización del arte (objeto vs. proceso, acción, idea, etc.). Así, la publicidad que se da al arte en torno a estas ferias viene a desestabilizar el límite entrópico que se da entre el ‘dentro del discurso del arte’ y el fuera, y en disolver el replegamiento del arte contemporáneo en referencia a comprenderse como mera objetualidad mercantilizada (lista para ser ‘interpretada’, ‘comprendida’, e, incluso, ‘comprada’). (…)Que el arte actual adolece de una mayúscula falta de autoridad crítica y que el mercado es el baremo que más a mano tiene un arte cada vez más decantado hacia las obras de ingeniería bursátil e interesado en hacer del artista auténticas imágenes de marca, es algo tan obvio como patente. Pero reducir a tal simpleza el arte contemporáneo es no comprender que el arte, más que ninguna otra producción pues esta juega con la eterna promesa de autonomía y utopía, ha de situarse en el cruce de caminos en que todos los discursos provenientes de los agentes artísticos vienen a confluir. (…) Para concluir por tanto, en el momento en el que la hipervisibilidad del arte se lleva a efecto, el arte no muestra sino aquello que le es más propio: su impertérrito camino a permanecer en la sombra pese a todos los circunloquios, bagatelas, impropiedades, amputaciones y tergiversaciones que solo el espectáculo de una feria propicia.


Borja Hermoso en la publicación de “El porvenir de una feria herida” 27/02/2010 destaca “Un marco ampuloso relleno de... nada: ésa es la imagen que sugiere no ya la última edición de Arco, sino el devenir de la discutida y muy publicitada cita madrileña en los últimos 10 años. (…) por un lado, una feria comercial protagonizada por mercaderes cuya única misión debería ser vender sus mercancías, y en ese sentido, Arco no es ni más ni menos que otras (…); por otro, una imagen de gran evento cultural fabricada artificialmente por unos (las instituciones), por otros (los galeristas) y por los de más allá (los medios de comunicación (…) Una de dos: o feria comercial, con expositores pagando un dineral por el metro cuadrado de expositor, los seguros y el transporte, o acontecimiento cultural con su consiguiente ingrediente educativo y, por tanto, apoyado claramente por el Ministerio de Cultura y demás instituciones públicas cuya responsabilidad sea la de atraer y educar al gran público"


Por último, Manuel Borja-Villel en “La última oportunidad” 10/02/11 indica que “(…) como acontecimiento artístico, Arco ha establecido su propio canon, que lógicamente tiene más que ver con los valores del mercado que con los de la creación y el conocimiento. (…) Arco es hoy un síntoma de los problemas a los que se enfrenta el sistema artístico español: falta de visibilidad, carencia de un relato propio y ciertas dosis de afectación. Nos equivocamos cuando pensábamos que las infraestructuras forjarían por sí solas discurso y tejido cultural, porque el resultado ha sido la disolución del espacio público en el dominio de la publicidad y la absorción de lo artístico por lo social. Se ha fomentado el espectáculo, pensando que las cifras lo eran todo, pero, una vez los recursos económicos han empezado a menguar, la realidad de un mercado muy precario y de un debate de poco calado se ha hecho visible con toda su crudeza.
Es innegable que los modelos en los que se ha basado nuestro engranaje cultural han dejado de ser válidos y que es necesario desarrollar nuevos paradigmas. (…) Si Arco quiere desempeñar un papel relevante en este contexto, hemos de entender que lo importante no es potenciar una política de ventas a corto plazo, ni refugiarse en los beneficios que proporcionan las tasas o alquileres de los stands, ni en su repercusión mediática. Las épocas de crisis son también períodos de transformaciones profundas. Posiblemente Arco se encuentre ante su última oportunidad, y haya llegado el momento de proponer una feria que se convierta en un auténtico lugar de intercambio y negociación.”


Nada más por ahora. Sólo mencionar el First Collector, un nuevo servicio que presta ARCO de asesoría de inversión en arte a personas aficionadas. Al hilo de esta innovación entre otras, Fernando Illana de la galería Trayecto de Vitoria  subraya que Arco no resuelve los problemas del arte: "Hay que hablar del sistema social del arte, discutir si la faceta creativa es reconocida por la sociedad o si es prescindible. No hablemos de arte solo cuando se hace una venta".



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